Entrevista a Txell Collelldemont, directora de la Fundación Mambré, y Xavier Mauri, director general de la Fundación Habitat3
Ante la grave situación de emergencia en el ámbito de la vivienda, diferentes entidades están pisando el acelerador para que el mayor número posible de personas vulnerables tengan acceso a una vivienda digna. Dos de las entidades referentes que promueven la vivienda social en Cataluña son la Fundación Habitat3 y la Fundación Mambré. Su trabajo en red y la apuesta por la economía social y solidaria les convierte en un ejemplo de las capacidades transformativas del tercer sector social. Hemos tenido la oportunidad de conversar con Txell Collelldemont, directora de la Fundación Mambré, y con Xavier Mauri, director general de la Fundación Habitat3.
¿Cómo describiríais la situación actual de acceso a la vivienda en Cataluña?
Txell Collelldemont (T.C.): El derecho a una vivienda digna, a la práctica, no está garantizado en Cataluña. Los fenómenos del sinhogarismo y los desahucios son la consecuencia más extrema de esta situación, desde hace ya muchos años. El acceso a una vivienda digna se ha vuelto imposible para cada vez más personas debido al escaso parque de vivienda pública, protegida y social; a la precarización del mercado laboral y de los salarios; y a las políticas públicas de vivienda de las últimas décadas, que se han basado en considerar la vivienda como un bien de inversión y no como un derecho.
Xavier Mauri (X.M.): Si antes de 2008 muchas personas ya tenían grandes dificultades para disponer de una vivienda, con la llegada de la crisis estos problemas se agravaron. Actualmente, en pleno 2021, hay mucha gente que queda excluida del mercado inmobiliario porque los precios tan elevados son incompatibles con unos ingresos bajos o directamente inexistentes, en el caso de algunas personas. Se trata de una situación muy grave y es muy preocupante que nuestro país no disponga de vivienda social. En Cataluña, del mismo modo que en el resto del Estado, menos del 2 % del parque de vivienda está destinado al alquiler social, cuando en nuestro entorno europeo, esta cifra se sitúa alrededor del 15 %. Por lo tanto, tenemos mucho trabajo por hacer y tenemos que impulsar políticas para revertir esta situación.
¿Cómo creéis que el contexto de crisis sanitaria, social y económica que ha generado la pandemia de la covid puede afectar al derecho de tener una vivienda digna?
T.C.: La crisis sanitaria, social y económica actual ha empeorado aún más la situación. La pérdida de puestos de trabajo y de ingresos hace que muchas más personas y familias tengan problemas graves para hacer frente a los gastos de sus viviendas, y que terminen siendo expulsados de ellas. El número de personas que duermen en la calle ha aumentado a lo largo de este último año. El parque de vivienda pública ha crecido muy poco durante este tiempo. Las mesas de emergencia de vivienda y los pisos de inclusión social ya estaban saturados o llenos antes de la pandemia.
X.M.: La pandemia ha excluido a muchas personas que se encontraban en una situación económica muy complicada. Además, muchas personas que no estaban bien, pero que podían ir tirando, ahora se encuentran en una situación muy difícil. Al mismo tiempo, esta pandemia genera una situación algo paradójica. Debido a todas las normativas de paralización de desahucios, la situación de pérdida de vivienda está aflorando, pero no de un modo excesivo. Por lo tanto, es muy probable que cuando se levanten el estado de alarma y la suspensión de los desahucios, se nos presente un problema muy grave que no sabremos cómo abordar.
¿Cómo trabaja vuestra fundación y qué acciones lleváis a cabo para ofrecer una alternativa de vivienda a las personas más vulnerables?
X.M.: Trabajamos siempre en colaboración con ayuntamientos o con otras entidades sociales para ofrecer viviendas a las personas que más lo necesitan. En Habitat3 buscamos viviendas a través de diferentes fórmulas: la compra, cesiones temporales de viviendas particulares, la rehabilitación de viviendas como la que hemos hecho en Casa Bloc… También nos estamos planteando la construcción de edificios. Por lo tanto, tenemos una estrategia profunda y compleja de búsqueda de viviendas para poder transformarlas, sea temporal o definitivamente, en viviendas sociales.
T.C.: Desde Mambré trabajamos en red con las 4 entidades sociales que nos crearon (Arrels, Sant Joan de Déu, Filles de la Caritat y Assís). En esta red tenemos la función de buscar y gestionar viviendas para las personas sin hogar que las otras entidades atienden de manera integral. Nuestra tarea consiste en movilizar vivienda y hacerla asequible para las entidades o personas que la necesiten. Por este motivo, trabajamos desde dos frentes. Por una parte, nos dedicamos a la captación y adecuación de viviendas, contactando a los propietarios y estableciendo relaciones contractuales o de colaboración. El otro frente consiste en poner a disposición estas viviendas para las personas atendidas con la fórmula más adecuada: individual, compartida, con apoyo social o no, con la entidad directamente o con la persona residente… buscando y gestionando vías de financiación sostenibles para todos los frentes.
Aparte de promover una vivienda digna para las personas más necesitadas, ¿de qué otras maneras acompañáis a estas personas?
T.C.: La incorporación al mundo laboral es una de las claves para lograr una estabilidad social y poder cubrir necesidades básicas, como la vivienda. Por eso, también disponemos de un Servicio de Inserción Laboral que ofrece orientación y recursos para que personas sin hogar puedan acceder a un trabajo. Además, se ocupa de la prospección e intermediación laboral con las empresas.
X.M.: Del mismo modo que en la Fundación Mambré, todas las personas que viven en nuestras viviendas reciben un acompañamiento social por parte de profesionales. Aunque estamos especializados en las viviendas de inclusión para las personas más vulnerables, estas no solo necesitan una vivienda digna y asequible, sino que, en general, también precisan un acompañamiento social, ya sea indefinido o temporal. Por este motivo, realizamos una parte muy importante de la rehabilitación de nuestros edificios con entidades sociales y empresas de inserción. De este modo, intentamos que nuestra actividad también tenga un impacto económico para las personas más vulnerables; así contribuimos a la creación de ocupación para personas con riesgo de exclusión social.
Las iniciativas de vivienda social a menudo requieren el trabajo coordinado de diferentes agentes, desde fundaciones como las que representáis, hasta administraciones públicas, propietarios particulares y otras entidades. ¿Cómo describiríais estas relaciones?
X.M.: Nosotros siempre hemos defendido, y lo demostramos con la práctica, que para intentar resolver el problema de la vivienda es imprescindible trabajar en equipo, en red, y sumar esfuerzos por parte de todos los agentes implicados. En nuestro caso, trabajamos con el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat de Cataluña, propietarios particulares y empresas que, como Arç Cooperativa, nos apoyáis y nos ofrecéis servicios, así como con otras entidades sociales. Creemos que cada parte tiene que desarrollar su tarea y nosotros intentamos ser un vector, un eje que relacione estos diferentes agentes.
T.C.: La experiencia desde Mambré es que son relaciones positivas y necesarias. Positivas porque se trata de colaboraciones en las que todo el mundo sale ganando, y al mismo tiempo se basan en la sensibilidad social y comunitaria. Necesarias porque aportan soluciones concretas a un problema real y urgente. Además, son relaciones basadas en la confianza, la flexibilidad y la creatividad, ya que el hecho de trabajar conjuntamente nos permite encontrar soluciones adaptadas a cada necesidad y oportunidad.
Como fundaciones, trabajáis en red con otras entidades del tercer sector y de la economía social. ¿Hasta qué punto esta forma de colaborar es clave para sacar adelante vuestros proyectos?
X.M.: Esta manera de trabajar es clave por la suma de esfuerzos. El problema de la vivienda es muy complejo y sería imposible llegar a todo si cada entidad trabajara aisladamente. Por eso favorecemos la unión y la colaboración entre diferentes agentes, ya sean públicos, sociales o privados, para sumar recursos y esfuerzos entre todos. Al final, buscamos la mejor manera para poder cumplir el objetivo que compartimos, y que es la misión de Habitat3: asegurar el derecho a la vivienda de las personas con situaciones más vulnerables.
T.C.: En un mundo cada vez más globalizado y al mismo tiempo especializado, la colaboración con las otras entidades con las que nos comprometemos hace que la respuesta y la incidencia social sean más eficientes y tengan un mayor impacto. El trabajo conjunto permite acompañar a las personas sin hogar en todas sus necesidades, de una manera integral, y cada entidad puede aportar su pericia y finalidad específica. Además, desde Mambré apostamos y priorizamos trabajar con proveedoras de la economía social solidaria, como sería el caso de la contratación de seguros con Arç Cooperativa.
Habéis contratado todos los seguros de hogar de vuestros proyectos de vivienda social con Arç Cooperativa. ¿Por qué nos escogisteis como correduría?
T.C.: Desde Mambré hemos apostado conscientemente, desde nuestros inicios, por la economía social y solidaria por coherencia. Tenemos claro que nuestras opciones de consumo determinan el modelo de sociedad que impulsamos y que, por lo tanto, nuestra forma de consumir tiene un impacto en las problemáticas sociales que precisamente queremos abordar. Por eso, a la hora de escoger la provisión de bienes y servicios, hemos establecido que siempre que se pueda trabajaremos con proveedores de este ámbito. Arç Cooperativa no sois una correduría más en el mundo de los seguros. Como proyecto cooperativo que trabaja con seguros éticos y en el marco de la economía social, para nosotros sois el proveedor adecuado para nuestras finalidades sociales.
X.M.: Decidimos trabajar con vosotros por dos motivos. Por una parte, en un sentido más filosófico, queremos relacionarnos con empresas y entidades que compartan los mismos valores que nosotros, que tengan una visión de impacto social y que estén vinculadas con la economía social y solidaria. Por otra parte, más allá de vuestros vínculos con el ámbito social, estamos a gusto con vosotros porque el servicio que nos ofrecéis nos interesa y eso es algo que tenemos en cuenta a la hora de adquirir bienes y servicios. Los seguros que ponéis a nuestra disposición, tanto con respecto a las coberturas como al precio, son interesantes, y eso lo valoramos. Además, sabemos que pedimos cosas distintas de lo que se encuentra en el mercado de los seguros, y estamos contentos de que Arç Cooperativa nos ofrezca un producto hecho a medida.
Para terminar, ¿queréis compartir algunas cifras que nos ayuden a tener esperanza y creer en un futuro mejor?
X.M.: Aunque somos conscientes de que el problema de acceso a la vivienda es tan grande y complejo que en Habitat3 no lo solucionaremos completamente, sí que hay algunos elementos que nos permiten ser optimistas. Nosotros somos un ejemplo de esto. Empezamos nuestra actividad hace un poco más de seis años. Actualmente, entre los pisos que gestionamos directamente y el acompañamiento a ayuntamientos, trabajamos con más de 700 viviendas, donde viven más de 2.000 personas. Pese a que estas cifras son pequeñas en relación con el volumen total de personas necesitadas, ya empiezan a ser notables. Y, si tenemos en cuenta también las de las otras entidades sociales, vemos que el sector de la vivienda social es un sector emergente. Por lo tanto, a pesar de la dificultad de la situación, se están haciendo avances importantes que, como mínimo, contribuirán a la creación de más viviendas dignas para las personas más vulnerables. Además, reconocimientos como el Premio de Oro de los World Habitat Award que la ONU-Habitat nos otorgó en 2020, como mejor iniciativa innovadora de vivienda, nos dio un impulso muy importante para que se reconozca el esfuerzo tan complejo que estamos haciendo.
T.C.: En el marco de nuestra entidad, una cifra que nos da esperanzas son las 315 viviendas que hemos puesto en marcha desde nuestros inicios en 2007, y las 868 personas que pudimos atender en 2020. Esto nos hace creer que hay soluciones posibles, y que las que aportamos desde la entidad son útiles.